No es novedad que cuando Meghan Markle asumió libremente la decisión de casarse con el Príncipe Harry, venía incorporado el hecho de que su vida de artista y de libertad absoluta iba a pasar a un segundo plano.
Sabía de sobra que ser parte de la familia real incluía asumir en su vida una serie de normas a las que no estaba acostumbrada, las que marcan el protocolo real y por más que ella quisiera darle un aire nuevo a la corona, habrían exigencias que las tendría que cumplir.
Sin embargo, algo en lo que probablemente nunca pensó, fue si podría seguir comiendo sus platos favoritos, y así ha sido como la ahora Duquesa de Sussex ha tenido que despedirse para siempre de sus amados mariscos.
La política de «no mariscos» es una de las tantas pautas estrictas que se deben vivir dentro de Palacio. Y Meghan, de 36 años, como esposa del Príncipe Harry, tendrá que vivirla también.
Si bien ha ganado un título real como Duquesa de Sussex, también ha tenido que adherirse a un protocolo estricto con respecto a su etiqueta y las reglas de la moda real, como el uso de medias en todo momento.
Todo esto se debería a una regla de la dieta real, por la que ningún miembro de la familia real come mariscos. Expertos han explicado que lo hacen para evitar intoxicaciones alimentarias, explicó el mayordomo real Grant Harrold.
«Es una movida muy sensata abandonar el marisco cuando se está fuera de casa en tareas públicas», dijo Grant Harrold.
«No queremos que un miembro de la familia real tenga una grave intoxicación alimentaria, especialmente si están de gira por el extranjero».
Sin embargo, no es un detalle que para Meghan pase desapercibido, ya que en alguna ocasión le preguntaron cómo sería su día de comida ideal, y ella respondió que si algo no podía faltar, eran los mariscos.
Pero esta no es la única privación que deberá aceptar la Duquesa de Sussex, también tienen vetado el consumo de foie gras.
Tal prohibición había sido establecida por el Principe Carlos, en 2008, prohibiéndoles a los chefs la compra de este alimento, según revelaron los medios.
La política fue confirmada por Andrew Farquharson, maestro adjunto de Clarence House, quien dijo que el príncipe Harry tenía una regla estricta «de que sus chefs no deberían comprar foie gras».
Pero la prohibición todavía llega a límites insospechados. Además de mariscos y potencialmente foie gras, a Meghan también se le prohíbe comer ajo en público, como miembro de la familia real.
A este nuevo estilo de vida, Meghan ha tenido que acoplarse, siguiendo un poco los pasos de Kate, quien continuamente ha sido retratada como un ejemplo de etiqueta del estilo real.
Una política que para muchos ha resultado bastante estricta, pero otros entienden que es una norma del protocolo y es parte de lo que incluye haberse casado con un Príncipe y adquirir un título de Duquesa.
Sin embargo, nadie discute que será uno de los tantos aspectos que a Meghan le habrá costado acostumbrarse, pero no hay duda que por amor cualquier sacrificio es poco.
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