La liberación de prisión de Jordan Brown, de 21 años, ha establecido un antes y un después en el más polémico caso de la historia en que un niño de 11 años fue tratado como un delincuente adulto, tras ser encarcelado injustamente durante 10 años.
Ahora, es la primera vez que ha hablado a los medios tras haber salido libre en febrero de este año después de haber pagado una pena de homicidio en primer grado por supuestamente haber asesinado a la novia de su padre, Kenzie Houk.
Los hechos sucedieron en 2009 en Pensilvania, cuando la hija menor de Kenzie, Adalynn, de 4 años, encontró que su madre no reaccionaba y la vio ensangrentada. Había sido herida por un disparo de escopeta en la columna y en la cabeza y el arma homicida era el rifle de caza de Jordan Brown.
La madre de Jordan había abandonado al pequeño, y tras disputarse la custodia finalmente se había quedado con su padre. Su infancia fue muy dura y complicada, hasta que con el noviazgo de su padre, parecía haber encontrado una madre en Kenzie. Todas las personas del círculo familiar aseguraban que había una buena relación con ella; sin embargo, la familia de Kenzie decían que Jordan siempre le tuvo celos, especialmente porque estaba emabarazada de 8 meses, y en poco se casaría con su padre.
La versión que manejó la policía en todo momento fue que el pequeño Jordan, de 11 años en ese momento, entró a la habitación de la novia de su padre, le disparó a su futura madrastra con su rifle de caza y luego abordó el autobús para la escuela primaria.
La única evidencia que encontraron fue el rifle abandonado en la mitad del camino habitual entre su casa y la parada del autobús, además de restos de balazos en la camisa y en el pantalón de Jordan. Pero nunca aparecieron muestras del ADN de Jordan, ni huellas dactilares, ni en el arma ni en el cuerpo de Kenzie.
Por otra parte, la otra hija de Kenzie de 7 años, Jenessa, con quien Jordan fue para tomar el autobús, aseguró haberlo visto con el arma.
Otra hipótesis que se manejó es que algún tercero ingresó al domicilio, cometió el asesinato, y huyó. Pero era más fácil culpar al niño.
Su padre tuvo que afrontar la dolorosa cruz de ver cómo trataban a su hijo como un criminal adulto, mientras la tensión entre las familias crecía; los Houk sólo querían que Jordan pague por su crimen, mientras que su padre viajaba todos los días 4 horas para visitar a su hijo en prisión, durante 10 largos años.
Jordan, por su parte, en su actual testimonio ya con 21 años de edad, asegura que jamás se le explicó por qué a la mañana siguiente se lo despertó, lo levantaron de la cama y la policía se lo llevó. Recuerda que le tomó cerca de 2 años entender por qué había sido privado de la libertad.
«No puedo recordar si me dijeron lo que pasó. Sabía que mi madrastra falleció. No supe cómo, o qué estaba pasando. Y no sabía que estaba en prisión por eso. No lo supe hasta que, no sé, quizás hasta que yo tenía 13, 14…», confesó Jordan.
Pero el pasado 18 de julio, la Corte Suprema anuló la adjudicación de la delincuencia de Jordan en un cargo de asesinato en primer grado, y fue puesto en libertad tras ratificar que la evidencia insuficiente no era causal para la cadena perpetua que estaba prevista en su caso.
Su padre Christopher también habló a los medios, tras haber dejado su vida en idas y venidas a prisión, para 10 años después comprobar que la justicia se equivocó con su hijo.
«Al final del día, si algo positivo resulta de esto es que algunos de los más altos miran este sistema juvenil lo roto que está», concluyó el destrozado padre.
Este polémico caso sólo demuestra el pésimo sistema penal que trata a justos como delincuentes y criminales reales andan libres sin ser condenados.
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