Lisboa es una perrita para quien su vida en las calles fue lo más dura e inhóspita que alguien se puede imaginar.
Sin poder ver de un ojito, siendo rechazada constantemente por las personas, tras haber atravesado varios embarazos peligrosos para su vida, y a punto de morir de hambre, finalmente alguien se compadeció de ella.
La perrita pasaba todo el tiempo embarazada en las calles sin que nadie hiciera algo para ayudarla
Durante 4 años, Lisboa estuvo expuesta a los peores peligros, enfermedades y malos tratos.
Por suerte, una persona que trabajaba en una gasolinera se portó amable con ella y la alimentaba. Pero cuando la cambiaron de trabajo, Lisboa pasó a estar totalmente desamparada de nuevo.
Afortunadamente, su deprimente condición de calle, sin contar con el mínimo apoyo de una mano amiga, estaba por terminarse. El trabajador de la gasolinera avisó de su triste situación a los rescatistas de la Fundación Amigos Animalistas, en Culiacán, Sinaloa, México.
Gabriela, junto a otros rescatistas acudieron al lugar y quedaron realmente impactados con el estado de Lisboa.
La pobre perrita desamparada vagaba con su enorme barriga por su avanzado embarazo, además de tener su piel dañada. Estaba desnutrida, llena de pulgas y garrapatas. Su aspecto era tan lamentable que solo provocaba rechazo en la gente.
«Quítate, perro sucio», eran parte de los agravios que Lisboa recibía día tras día.
Cuesta creer que nadie se hubiera compadecido al ver a una futura madre en tan grave peligro. ¿Acaso la gente ya no tiene corazón?
Lo que definitivamente atravesó el corazón de sus salvadores fue la mirada de infinita tristeza de la perrita. Claramente, se notaba que había sufrido demasiado y ya había perdido la esperanza en las personas.
Ya en la clínica veterinaria, determinaron que tenía un ojito blanco, por lo que no podía ver. Pero, lo más grave eran las infecciones, la avanzada desnutrición, los parásitos y sus severos daños en la piel. Todo eso ponía en riesgo la vida de sus bebés.
Después de brindarle todas las atenciones, bañarla, desparasitarla y medicarla, Lisboa fue una verdadera guerrera dando a luz a sus 9 cachorritos.
Lamentablemente, la alegría les duró poco, porque solamente sobrevivieron 3 de sus bebés, dada su débil condición de salud. Al respecto, Gabriela comentó:
«Pobrecita bebé Lisboita, trae líquido en su pancita y hay que drenarlo. Además hacerle análisis de sangre. Como han sufrido malestares estos peques desde que nacieron, su mamá tuvo toda su gestación en la calle, eso los consume, los enferma».
Sin embargo, Lisboa fue la mejor madre del mundo desde el primer instante en que vio a sus bebés. Quizás al verlos tan débiles, extremó aún más sus desvelos y su amor, queriendo darlo todo hasta el último segundo.
«Se entristecía mucho cuando cada bebé fallecía», dijo Gabriela, conmovida.
Por suerte, contó con el seguimiento de los veterinarios 24/7, quienes se encargaron de suministrarle todos los medicamentos necesarios a ella y a sus 3 guerreros sobrevivientes.
Después de unas semanas, sus cachorritos estaban fuera de peligro y saludables y pudieron ser colocados en hogares amorosos.
Pero, a Lisboa, parece que la vida no termina de sonreírle por completo. A pesar de su duro pasado y de que su historia se ha dado a conocer en las redes, muchos se interesaron por sus cachorros adorables, pero a ella nadie la quiere adoptar.
Estamos convencidos de que Lisboa es un ser de luz, una perrita que ha sabido ser una madraza, y sin duda una criatura especial que guarda un tesoro en su corazón.
Ella solo necesita que alguien sepa apreciar su belleza y que le den la segunda oportunidad que desde hace tiempo merece la pobrecita.
Sus rescatistas aseguran que Lisboa es cariñosa, educada, amable, es capaz de transmitirte una tranquilidad y una paz indescriptibles. Ahora está totalmente sana, esterilizada, con su piel perfecta, pero nunca nadie pregunta por ella, quizás por el aspecto de su ojito.
Es necesario que esta historia llegue a las personas indicadas, no podemos creer que no existan un solo ángel por allí que se anime a abriles las puertas de su hogar y su corazón.