Sabemos que muchas veces nacen personas que son condicionadas por su salud, otras que a lo largo de su vida se mantienen sanas, así como algunas que se enfrentan a enfermedades bastante complicadas.
A pesar de esto, más allá de los impedimentos que algunos puedan tener por su condición, la sociedad no debería prohibirles ciertas actividades que sí están capacitados para realizar.
Y, aunque por lo general no ocurren exclusiones por discriminación, las empresas, organizaciones, así como cualquier entidad que trabaje con público, deberían informarse y entrenar a su personal para atender situaciones específicas, así sabrán cuáles son las capacidades de sus áreas, hasta qué punto es o no riesgoso para los usuarios, el personal y sus establecimientos.
Este es el caso de una joven de doce años que, junto a su madre, realizó un viaje a un parque acuático para poder disfrutar de un grandioso día de verano. Desafortunadamente para Alexis McBride, la niña, y Beth McBride, su madre, el día no terminó como ellas habían planeado.
Alexis sufre de diabetes tipo 1, que es una enfermedad crónica en la cual el páncreas no produce suficiente insulina para que las células absorban la glucosa y puedan generar energía; por lo tanto, esta se acumula en el torrente sanguino. A la larga, le puede generar problemas muy graves en ojos, corazón, nervios, dientes y en muchos otros lugares, es por esto que la joven debe usar una bomba de insulina.
Este aparato le suministra insulina durante todo el día para mantener sus niveles de glucosa saludables; mientras la joven tenga su bomba, se mantiene sana y puede llevar una vida como la de cualquier otra persona.
Alexis lleva el dispositivo pegado a su abdomen siempre y en esta ocasión decidió ponerse un bañador de dos piezas, así que el aparato se veía fácilmente.
Cuando la joven se dirigió a uno de los toboganes del parque, un salvavidas del establecimiento le dijo que no podía montarse con ese aparato, debía quitárselo o no podría disfrutar de la atracción, pero el detalle es que la joven no debe quitarse la bomba pues tendría peligrosas consecuencias.
A pesar de que la madre de la joven le explicó que ella no puede quitarse la bomba y que la misma está hecha para usarse en piscinas, océanos y bañeras sin generar ningún problema, el salvavidas no permitió que la niña utilizara el tobogán.
Esto nos deja con tres problemas claves: las inseguridades de Alexis, sus derechos como los de cualquier otra persona y el desconocimiento e incluso discriminación que ocurre en estos establecimientos.
La joven había decidido usar un traje de baño de dos piezas por primera vez debido precisamente a que siente vergüenza por el dispositivo pegado a su abdomen, también siente miedo a que la excluyan o a que la miren de mala manera y, lamentablemente, cuando finalmente decidió exponer el aparato, esto fue exactamente lo que recibió.
Además de esto, Alexis, como cualquier otra persona, tiene derecho a utilizar las atracciones de este lugar. Incluso, al negarle el uso están quebrando la ley de Estados Unidos para personas con discapacidades que establece que en los lugares públicos no se pueden excluir a las personas por sus discapacidades y que estas deben recibir los mismos servicios que ofrecen a todos.
Lo que nos llevaría al tercer problema: la falta de información en el establecimiento o, en este caso, en el trabajador. Según Alexis, fue en ese tobogán y con ese salvavidas con el que tuvo el inconveniente, lo que deja la duda si fue una decisión propia del hombre ya sea para mantenerla a salvo o por discriminarla.
También existe la posibilidad de que simplemente el lugar no se encargó de capacitar a su personal correctamente, pero los funcionarios del establecimiento no han mencionado ni una palabra respeto al caso.
Si estás de acuerdo en que se debería informar mejor sobre las condiciones de personas con enfermedades crónicas para que no repitan estos sucesos, no olvides compartir esta nota.