Conseguir el empleo ideal puede resultar una tarea ardua como agotadora, en la mayoría de países algunas empresas son conocidas por crear puestos de trabajo, y eso ya es de agradecer. Sin embargo, los contratos que hacen firmar a sus trabajadores cada vez son más precarios y no es de extrañar que muchos de ellos por el más mínimo detalle se encuentren en la cuerda floja y se queden en la calle el rato menos pensado.
Es la situación por la que estaba atravesando Catherine Hincapie, una mujer que venía trabajando como ayudante de camarera desde hace 16 años en el Hotel RIU Paraíso de Puerto del Carmen, en Lanzarote, España.
También es cierto que en toda relación laboral hay unas normas que todo empleado debe cumplir, así como la empresa proporcionarle las condiciones mínimas a las que tiene derecho.
Pero a Catherine el mundo se le vino abajo el pasado 23 de agosto, cuando tras un día de intenso trabajo y sin haber tenido tiempo para cenar en su turno, decidió llevarse a casa un trozo de carne que había en la cocina.
Había metido varios trozos en un táper y así salió del hotel, sin imaginar que en la salida un vigilante de seguridad, sin tener la autorización respectiva, le registró el bolso y encontró lo que llevaba sin permiso.
Dos meses después del incómodo episodio, a Catherine simplemente le notificaron que estaba despedida de su empleo.
«Está claro que me tenía que caer algo, pero un despido lo veo muy excesivo. Creo que no era para eso. También pienso que estaban buscando un motivo para sacarme», declaró la empleada.
Los responsables del hotel aseguraron que la falta de Catherine consistió en haber sustraído el alimento de la nevera, y que además no formaba parte del menú del día de los trabajadores. Por lo tanto, ella ingresó a una zona a la que no tiene permiso y su despido habría sido justo.
Sin embargo, a la mujer que le parece que el castigo fue desproporcionado y sin darle previo aviso la despidieron. Por lo que los sindicatos apoyaron su moción, e incluso una delegación de la Asociación Española de camareras, llamadas kellys, se presentó el pasado jueves frente al hotel para hacer presión y exigir que readmitan a Catherine.
Al grito de «Si tocan a un@ nos tocan a tod@s», exigieron justicia para Catherine.
Tacharon de «injusto y arbitrario» el despido «disciplinario» a la trabajadora del hotel. Además, insisten en que el despido se produjo como resultado de un registro ilegal.
«Los ritmos de trabajo en la cocina de este hotel dificultan el derecho al descanso y a la cena de la plantilla del establecimiento», enfatizó el sindicato, por su parte.
Todo parece indicar que la empresa habría buscado encontrar la excusa perfecta para despedirla y evitar el pago de las indemnizaciones por un despido itempestivo.
«La decisión de la empresa responde a una actitud prepotente, inhumana y despótica de la dirección del hotel de la cadena RIU, que facturó en el último año más de 2.150 millones de euros», condenaron Las Kellys y los Sindicalistas de Canarias.
Han convocado a una nueva movilización en su afán de lograr que la restituyan. El hecho ha sido difundido en las redes causando las más diversas reacciones. Muchos reconocen que Catherine no obró bien y ha recibido lo que en justicia le corresponde, pero otros alegan que es un castigo desproporcionado.
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