Es difícil imaginar que un campo de concentración de Auschwitz pudiera surgir un romance inolvidable. Pero una mujer se enamoró a primera vista de un tatuador protagonizando la historia de unos de los libros más vendidos.
Lale y Gita Sokolov tenían en su antebrazo un tatuaje con cinco cifras pintadas con tinta azul que los identificaba como sobrevivientes del Holocausto.
En medio de todo el dolor y oscuridad de aquel lugar los prisioneros hacían una fila para que colocaran el número en su antebrazo. Allí estaba Lale, el tatuador, sucio, despojado de su cabello y con una expresión de profunda tristeza en su rostro.
Cuando llegó el turno de Gita, el número 34902, comenzó la historia de amor de ambos. Casi nunca relató lo ocurrido ni hacían alusión a aquella experiencia, pero cuando Gita falleció él rompió el silencio.
Así fue como salió a la luz el romance que vivieron entre diamantes escondidos, cartas de amor, y amargos momentos en el campo de concentración.
A principios del 2020, podremos disfrutar de una serie de televisión que relatará las memorias del tatuador de Auschwitz.
Heather Morris, escritora del libro comentó: “Lale tenía una posición clave en Auschwitz y la utilizó para salvar a tantas personas como pudo. Recientemente, una mujer relató que ella y su padre le debían la vida a ese tatuador y que nunca habían conocido su verdadera identidad”.
Un prisionero de 17 años estaba condenado a morir, un hombre mucho mayor se ofreció para tomar su lugar y Lale intercambió sus identidades en secreto rediseñando los números de sus tatuajes.
El adolescente se casó, formó una familia y pudo lograr sus sueños gracias al tatuador.
Después de Auschwitz, el tatuador desarrolló una habilidad extraordinaria para disfrutar la vida en el presente. Sufría la culpa del sobreviviente, era un profundo dolor que tenía enterrado en sí mismo durante seis décadas.
En abril de 1942 los nazis obligaron a un miembro de cada familia judía en Eslovaquia a ir a trabajar en Alemania, Lale tenía 24 años se reportó para el servicio con un traje afilado, una camisa blanca y una corbata.
Habían transcurrido 48 horas cuando estaba cubierto de aceite, de sudor, de vómitos y heces, los soldados de asalto de la Unión Soviética lo sacaron de un tren de ganado y lo llevaron a Auschwitz amenazándolo con una pistola.
Desde que llegó se convirtió en el tatuador del campo de concentración, sabía que tenía un puesto privilegiado para mantenerse vivo y ayudar a otros a sobrevivir.
Además de modificar o borrar los tatuajes de los condenados intercambiaba gemas extraídas de los tesoros nazis por alimentos y medicinas para los más necesitados.
Después de la liberación de los cautivos en el campo de concentración perdió a Gita, pero jamás dudó en que se verían de nuevo.
Regresó durante 15 días a Eslovaquia, le recomendaron ir a la Cruz Roja donde se concentraban los sobrevivientes y ella apareció delante de su caballo, lo primero que hizo fue proponerle matrimonio.
Se casaron en octubre de 1945, decidieron mantener en silencio su historia porque querían empezar una nueva vida lejos de todo lo que implicaba Auschwitz.
La pareja emigró a Australia y allí emprendieron un negocio textil, tuvieron un hijo: Gary que con el paso de los años fue conociendo lo que vivieron sus padres durante su juventud.
Lale murió a los 90 años en 2006, nunca perdió su espíritu joven, incluso antes de celebrar su último cumpleaños se sentía como el hombre apuesto que había sido antes de Auschwitz.
El libro de su historia de amor “The Tattooist Of Auschwitz” escrito por Heather Morris ha conmovido a millones de personas alrededor del mundo. En medio de las peores adversidades podemos encontrar valiosas enseñanzas que nos inspiren a salir adelante recordando que el amor todo lo puede.
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