Las estadísticas de violencia de género son alarmantes y en numerosos casos la víctima no se atreve a denunciar a su agresor, lamentablemente muchas tienen un desenlace fatal.
Esta historia ha conmovido a miles de personas, Jodie Keegans, de 36 años, era víctima de abusos perpetrados por su esposo Scott Keegans de 34 años, desde hace tres años.
La pareja contrajo matrimonio en octubre de 2009 tras cuatro años de noviazgo, celebraron su boda con la temática de Halloween, ella se vistió al estilo de una “novia cadáver”.
Según Jodie, en su relación nunca hubo signos de violencia hasta que hace tres años su esposo se mostró extremadamente agresivo y posesivo, incluso les preguntaba a los niños con quién había conversado su madre y no le permitía relacionarse con nadie.
Jodie sufría continuos maltratos, su esposo no le permitía trabajar, tampoco tener un teléfono móvil ni ver a sus amigos o familiares. Incluso le obligó a faltar al funeral de su propia hermana que falleció repentinamente en 2015 a causa de un cáncer terminal.
Cada día Scott la agredía físicamente, la mordía, la golpeaba, la estampaba contra la pared o el suelo y justificaba sus agresiones con motivos absurdos como que su café no se preparó correctamente.
Ella vivía un verdadero infierno hasta que su hija de 6 años se atrevió a contarle a su maestra que su papá lastimaba a su madre. “Mi hija es mi héroe, fue muy valiente para relatar en su escuela lo que sucedía y los servicios de apoyo se volcaron para ayudar. Ella salvó mi vida”.
Después de pensar que su esposo era capaz de matarla finalmente se podría sentir a salvo.
El 23 de diciembre del año pasado Scott golpeó a Jodie durante dos horas con un rodillo dejando el 95% de su cuerpo cubierto de moretones. Cuando los agentes de la policía llegaron a su casa él intentó huir por la puerta trasera.
Jodie relató: “Tan pronto como los vi, supe que esa podría ser mi única oportunidad y me aseguré de que todas las ventanas y puertas estuvieran cerradas con llave y que realmente se había ido. Después hice algo que no había hecho antes, les mostré las heridas a los policías”.
“Creo que soy víctima de abuso doméstico”, les dijo a los agentes.
Esa fue la primera vez que ella reconoció lo que estaba padeciendo y que necesitaba recibir ayuda. La trasladaron a un hospital y los médicos descubrieron que tenía un hombro fracturado, una oreja rota, nueve costillas fracturadas y seis fracturas vertebrales.
Además, comprobaron que tenía riesgo de sufrir insuficiencia pulmonar y orgánica. Su cuerpo estaba cubierto de marcas de mordeduras, también tenía mechones de cabello arrancados.
Reconoció que se intentó pegar la oreja con pegamento para pestañas después de que su esposo se la desprendiera y se negara a llevarla a un centro de salud.
Después de la denuncia policial Jodie permaneció ingresada en el hospital durante cinco días, incluso en Navidad.
“Fue la mejor Navidad que he tenido”, aseguró.
Su esposo estaba tras las rejas y pagaría por sus crímenes, fue condenado el pasado 5 de septiembre a 18 años de cárcel. Jodie está convencida de que el abuso habría continuado si su hija no alertaba a una maestra de su escuela de las agresiones.
“Mi mamá le dice a papá que le duele, le dice que lo ama, pero él sigue lastimándola”, fueron las palabras de la niña.
Desde entonces las autoridades fueron alertadas sobre el caso e iniciaron una investigación que dio resultados.
Jodie ha empezado a reconstruir su vida y decidió dedicar gran parte de su tiempo a ayudar a otras víctimas de violencia de género. “Quiero empoderar a las mujeres, y a los hombres, a avanzar”, dijo.
Comentó que para cualquier víctima de violencia de género la ayuda estará disponible pero solo necesitan dar ese primer paso y denunciar. “Simplemente no hablas de eso, lo mantienes en silencio, lo mantienes en secreto, pero es necesario alzar la voz para crear conciencia”, agregó Jodie.
Su historia puede motivar a otras víctimas a enfrentar el maltrato, es importante denunciar antes de que sea demasiado tarde. Compártela.