Dilsia Murillo, de 36 años es la madre de Mario Castellanos, el niño de 12 años que se convirtió en símbolo de la caravana de migrantes que salió el pasado 13 de octubre desde el terminal de la Ciudad de San Pedro Sula en Honduras a Estados Unidos en busca de un mejor futuro.
Ella expresó la angustia y el horror que sufre desde que desconoce el paradero de su hijo. El pequeño viajó el pasado sábado desde San Pedro Sula y seis días después se quedó atrapado entre los disturbios que se produjeron en un puente fronterizo entre Guatemala y México cuando los migrantes intentaban cruzar caminando.
Mario estaba entre los primeros que trataron de cruzar el puente, intentó igual que muchos lanzarse al río huyendo de la represión policial. Un policía lo tomó por el cuello lanzándolo al suelo causándole una lesión en un hombro y un raspón.
También se vio afectado por los gases lacrimógenos emitidos por las fuerzas de seguridad mexicanas. Hasta que finalmente Mario recibió atención médica en el puesto de inmigración.
Llegó a declarar para una reconocida cadena de noticias diciendo: “En Honduras uno sufre”.
Su rostro le dio la vuelta al mundo convirtiéndose en icono del horror que viven los migrantes hondureños desde que emprendieron el viaje para huir de la crisis y la delincuencia que azota su país.
Mario ahora ha desaparecido y sus padres claman por cualquier tipo de información que les de una pista sobre su ubicación. “Usted sabe cómo se siente una madre sin su hijo, si yo no me quito de este mundo es porque el único que nos puede quitar es nuestro padre celestial”, dijo la madre devastada.
Mario no asistía al colegio, algunas veces viajaba al centro de la ciudad para vender chicles y así llevar algo de dinero a casa.
En una oportunidad comentó: “Me querían meter a una pandilla, me decían que me metiera que me iban a pagar bien, pero yo no quería”.
Dilsia relató que vivían en condiciones muy duras, el padre de Mario trabajaba como vigilante y ella estaba desempleada. “Yo le dijo a Mario que cuando hay, hay que comer, y cuando no hay, hay que aguantar”.
Su hijo le había comentado sus intenciones de viajar a Estados Unidos porque allá tenía la posibilidad de ganar mucho dinero. Según Dilsia, el pequeño viajó sin su autorización.
Les dijo a sus padres que iría al centro y que regresaría en la tarde, pero transcurrieron las horas y no regresó.
“Unas amigas me avisaron, me llamaron y me dijeron que habían visto a Mario por la televisión”, dijo Dilsia.
La última vez que habló con Mario fue el pasado 15 de octubre, asegura que le da terror ver las imágenes que aparecen en las noticias aunque a pesar de que lo extraña mucho no se opone a que continúe su camino a Estados Unidos en la caravana.
“Si el pudiera pasar sano, más bueno para uno, pero si no, que se venga para acá”, asegura Dilsia.
Mario no estaba dispuesto a rendirse, su intención de atravesar México para llegar a Estados Unidos se mantenía firme.
“Caminar es muy duro, pero mi misión es llegar. Extraño mi casa, pero hay que seguir adelante”.
Relató que durante el recorrido muchas personas han sido solidarias con él. “La gente es buena, me dan comida. No empaqué nada. Me vine solo con la ropa que tenía puesta. En el viaje uso la ropa que la gente me va regalando. Yo me la voy poniendo y la voy botando porque no puedo llevar mucha carga”, dijo Mario en la entrevista que ofreció hace días.
Asimismo, dijo que todos lo conocen y que cada vez que quiere regresar lo motivan a seguir el camino.
“En nombre de Dios, sé que Dios nos va a ayudar a pasar”, dijo Mario.
Desde el pasado 19 de octubre Mario y Dilsia no saben nada de su hijo de 12 años, y suplican cualquier información.
“Le ruego a las autoridades que me lo manden para Honduras, es un inocente, yo le pido a las autoridades que me lo dejen libre, que me lo manden para Honduras de vuelta”, dijo Mario, el padre del menor desaparecido.
Este caso tiene al mundo en vilo, esperamos tener noticias del paradero de Mario y que pronto pueda reencontrarse con su familia. Compártelo.