Para los practicantes de la religión católica el bautizo es un sacramento muy importante, representa la bienvenida de los bebés a la iglesia y su presentación ante Dios recibiendo su bendición.
Durante la celebración, entre otros rituales, el sacerdote rocía agua bendita sobre la cabeza del pequeño o lo sumerge con delicadeza dentro de la pila bautismal para “bañarlo” con el agua que previamente ha bendecido.
Pero en esta oportunidad, la delicadeza no se hizo presente, el sacerdote perdió el control por completo y reaccionó con violencia cuando se disponía a bautizar al pequeño.
Esto sucedió en una iglesia en Rumanía, y se ha difundido en las redes sociales el estremecedor video en el que el sacerdote visiblemente irritado no podía calmar al bebé.
El sacerdote estaba alterado por el llanto del pequeño, pero muchos alegan que no existe justificación alguna para tratarlo de manera agresiva, el frágil niño necesitaba sutileza sin ser sometido a un cambio brusco de temperatura por el agua que recibiría en un baño forzado que generaría temor a cualquiera.
Ante el asombro de los parientes del niño, el sacerdote lo sumergió con fuerza en reiteradas oportunidades dentro de la pila bautismal.
En el bautizo ortodoxo, los niños deben ser sumergidos tres veces en el agua bendita, desde la cabeza hasta los pies.
Al mismo tiempo presionó con su mano la boca del niño para evitar su llanto, claro, este acto de maltrato fue contraproducente porque el menor sintió violentados sus derechos y su única manera de expresar la incomodidad que sufría.
En una parte del video se aprecia cómo el cura dirige unas palabras a los padres del niño, lo coloca sobre una mesa y se tira de las vestimentas dispuesto a dar por terminada la celebración.
Pero ante su enojo, decidió intentar bautizar al pequeño, que sumergen en el agua varias veces con total rudeza.
Las escenas están causando mucha polémica en las redes, el sacerdote que celebró el sacramento de este niño está recibiendo una ola de comentarios negativos y críticas por la actitud agresiva con la que trató a un pequeño recién nacido.
La gente está consternada por la falta de delicadeza y respeto que merecía el momento, probablemente otras familias no querrán que este presbítero bautice a sus pequeños.
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