Un veterano de la Marina de los Estados Unidos, a sus 69 años, se encontraba en el lecho del dolor. Nada podía ser tan difícil para él como verse obligado a tener que morir sin siquiera poder despedirse de la criatura que más amó en esta vida: su amado perrito Patch.
Pero lo que pasó antes de que ese triste trance sucediese, ha tocado la fibra más sensible de miles de personas en las redes.
La fidelidad y la amistad verdadera son dos dones que no siempre sabemos apreciarlos lo suficiente. Y el vínculo de amor que podemos llegar a tener con nuestras mascotas indudablemente es algo indescriptible. Es por eso que cuando llega el momento de decirles adiós para siempre, no sabemos quién sufre más. Un momento que muchos darían la vida por evitar.
El devastado veterano rogó a su familia que se cumpliera su último deseo
Patch es un Yorkshire Terrier de 5 años que llegó a la vida de John Vincent cuando apenas tenía poquitos días de nacido. Desde entonces se convirtió en la mascotita consentida del exmarino.
Lo más común es que sean los dueños quienes tengan la dura prueba de tener que enterrar a sus perros. Pero hay casos excepcionales, y no por eso, menos desoladores, en que son las mascotas quienes tienen que aprender a lidiar con el vacío que les dejan sus humanos favoritos al fallecer.
Vincent, nacido en Nuevo México, había servido en la guerra durante varios años, pero antes había vivido durante mucho tiempo con Patch, convirtiéndose en su única familia.
La semana pasada cuando tuvo que entrar a cuidados paliativos en el Hospice Center del Raymond G. Murphy Medical Center, en Albuquerque, no tuvo otra opción que darlo en adopción.
Así que ahora que los médicos le advirtieron que podía fallecer en cuestión de días, su sueño se hizo realidad gracias al refugio Albuquerque Animal Welfare, donde cuidaban a Patch.
Cuando los voluntarios del refugio le preguntaron qué más podían hacer por él, su respuesta fue inmediata:
«Quiero darle un último beso a mi Patch»
Los voluntarios no lo dudaron un segundo, y llevaron al animalito hasta la cama del hospital de Vincent, pero jamás imaginaron que tendría una reacción así, apenas vio a su antiguo dueño comenzó a llorar.
«Si ese soy yo. Ese es papá », dijo Vincent cuando finalmente pudo abrazar a Patch.
El perrito, por su parte, no podía controlar la emoción y saltó al regazo de Vincent, mientras el hombre le decía: «¿Estas feliz de verme? Estoy tan feliz de verte.».
Las enfermeras estaban conmovidas al ver cómo Vincent estaba esperando con ansias ese encuentro, y una de ellas relató: «Cuando le recordé esta mañana que iban a venir, él dijo: «¿Esto realmente está sucediendo?».
Los voluntarios del refugio, a su vez, también pusieron todo de su parte para hacerlo posible, se trataba del último deseo de un moribundo y estaba en sus manos cumplirlo.
Fue uno de los momentos más emotivos que hubieran tenido desde hace mucho tiempo en el hospital ¡Imposible contener las lágrimas!
No salían de su asombro al ver que Patch estuvo en silencio durante todo el camino hacia el hospicio, pero nada más entrar al lugar y ver a Vincent, empezar a gemir fue una sola cosa.
«Era como si supiera que se marcharía para siempre, lo presentía».
Patch y Vincent tenían los mejores recuerdos grabados a fuego en su corazón. Vincent lo llevaba en su motocicleta a todas partes. El hombre contó que el cachorrito llegó a su vida cuando la perrita de su vecina dio a luz.
Al respecto relata:
«Era el más pequeño y quería uno que pudiera montar en mi moto. El único cabello que tenía estaba en la barbilla, que se llamaba Patch…», dijo Vincent.
Albuquerque Animal Welfare compartió adorables imágenes de su dulce reunión diciendo: «Estaban muy felices de verse y de decir adiós. Fue un honor hacer realidad este deseo final del veterano».
Pero lo más reconfortante lo publicaron después: Patch ya tenía una nueva familia y al salir del hospicio lo llevarían a su nuevo hogar para siempre.
Es una tierna historia que nos demuestra cómo la amistad con un perrito puede ser así de genuina, fiel y verdadera hasta la muerte.